Que su nombre signifique “casero” es revelador, ya que esta pasta corta, de textura firme y forma de pergamino enrollado protagoniza muchas de las recetas tradicionales de las nonnas (abuelas) del sur de Italia. Su forma tan peculiar los hace ideales para acompañarlos con preparaciones densas como ragù o los pestos tan queridos en su isla de origen, Sicilia. Así, estas salsas se introducen en sus huecos e impregnan los casarecce por dentro, lo que junto a la textura y firmeza de esta pasta da lugar a un matrimonio culinario impecable.